lunes, 26 de octubre de 2015

pintores salvadoreños


Biografía

Nace en Santa Ana el día 28 de Mayo de 1937, en el seno de una familia acomodada de dicha localidad. Hija de "Maruca" Avilés y Narciso Avilés. ES la hermana menor de otro gran pintor salvadoreño, Ernesto "San" Avilés (1932-1991), quien sería su máxima inspiración. Siendo muy pequeña, se traslada a la capital, San Salvador, dónde viviría hasta su muerte en Diciembre 2012. Siempre mantuvo contacto con su ciudad natal, Santa Ana, y en la adolescencia tardía conoce a su futuro esposo, el Arquitecto Oswaldo Martínez. Siempre, nostálgica por su pasado Ana María siempre recordaría con melancolía su ciudad.
Su hermano, Ernesto comienza a pintar, lo que le inspira muchísimo. Pero sería hasta su adultez que comienza a pintar. Fue madre de tres hijos, Salvador Martínez, publicista salvadoreño, Carlos Martínez y Oswaldo Martínez. Siempre fue muy querida por toda su familia, considerándola la "matrona", ya sea el centro de la familia. Desgraciadamente, su nivel económico no la llevó a terminar la escuela, y mucho menos la universidad, pero para su buenaventura, su esposo Oswaldo, logra ganar mucho dinero en la década de los 60. Empieza a vender a muy buen precio sus obras, lo que lleva a aumentar la fortuna familiar.
Entre los años 70 y 2000, ella va ganando fama y fortuna, y obtiene numerosos premios. Acercándose el 2013, Ana María muere por una enfermedad que venía cargando desde febrero de 2008: El síndrome de carcinoide fue su verdugo, el 17 de diciembre de 2012. Ella deja en 2010 su pintura. A mediados de 2012, la pintora cae, siendo fatal para su salud, que se viene abajo repentinamente. En la madrugada del día 17, a las 3:00 am, aproximadamente, ella es declarada muerta en el nombre de la enfermedad, ella murió con sus seres queridos.







Antonio Bonilla
(San Salvador, n. 1954) es un pintor y muralista salvadoreño. Realizó estudios de Arquitectura en la Universidad de El Salvador, los cuales dejó inacabados para dedicarse a la pintura. Participó en las actividades de la comunidad artística La Masacuata, y también perteneció al grupo formado por Napoleón López, Ricardo Ramírez y Edmundo Valencia.1
Su obra es ubicada dentro de las corrientes del expresionismo y surrealismo, con influencias del arte precolombino.2 Bonilla recurre de manera constante a la sátira, y se dice que sus creaciones producen «por primera vez en la historia del arte pictórico salvadoreño, un toque de irreverencia en su estilo, dentro del cual se refleja abiertamente una serie de tabúes, prejuicios y falsas moralidades que significan una burla al verdadero “salvadoreñismo”».3 De hecho, el año 1984 presentó una exposición en el Centro Cultural Tlaolli el cual marcó un «punto de ruptura en la pintura salvadoreña ya que fue valiente y agresiva, con aguda crítica social llena de humor y burla.1
Su formación es autodidacta, y hay quienes le apodan «el maestro del “feísmo” en El Salvador».4 Dos murales de su autoría se encuentran en el Museo Nacional de Antropología Dr. David J. Guzmán, denominado 200 años de lucha por la emancipación en El Salvador (2011); y el otro en el Centro Internacional de Ferias y Convenciones, con el título Alegoría de la guerra civil y los Acuerdos de Paz (2012). Ambas creaciones se produjeron en el marco de la celebración del Bicentenario del Primer Grito de Independencia de Centroamérica y el veinte aniversario de los Acuerdos de Paz de Chapultepec, respectivamente.




Carlos Cañas también conocido como Gonzalo Rodríguez Cañas, Carlos Gonzalo Cañas2 o Carlos Augusto Cañas1 (San Salvador, 3 de septiembre de 1924 - ibídem, 14 de abril de 2013)3 fue uno de los mayores exponentes en la historia de la pintura de El Salvador. Se considera el precursor del arte abstracto en su país, aunque su prolífica obra se expresó en diferentes corrientes artísticas a través de los años.4 5 El año 2012 fue reconocido con el Premio Nacional de Cultura.

Trayectoria académica

Estudió en la Escuela Nacional de Artes Gráficas de El Salvador y en 1944 egresó como profesor de Dibujo, Pintura e Historia del Arte. En 1950 viajó a Madrid becado por el Instituto de Cultura Hispanoamericana, gracias a las gestiones de Raúl Contreras.5 En ese país se formó en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.7 Regresó a El Salvador y fue catedrático en la Universidad de El Salvador, donde se desempeñó como profesor de la Escuela de Arquitectura. En 1974 fungió como jefe del departamento de artes de promoción cultural en la misma institución.
También ejerció el cargo de director del Centro Nacional de Artes (CENAR) entre los años 1996 y 2001. Desde niño Carlos Cañas mostró una sensibilidad especial hacia la naturaleza y el arte. Fue Mauricio Aguilar quien ejerció una influencia decisiva en su juventud, ya que le instruyó en la plástica europea de ese tiempo. Para 1945, Cañas lideraba el grupo de jóvenes artistas denominado Los independientes, de raíces proletarias quienes querían que tanto el arte como la pintura fueran tomadas en cuenta en todos sus aspectos culturales, sociales y económicos. Ellos se oponían a Los académicos, alumnos en su mayoría de Valero Lecha que tenían una forma anacrónica de practicar la pintura. Sin embargo, fue durante su estancia en España, adonde aprendió a darle valor «a las personas, el valor a lo humano», según el mismo refería.9 También fue allí adonde conoció a su esposa Carmen Gutiérrez, oriunda de Arnuero.
Durante su carrera pictórica, Cañas retomó una variedad de estilos e influencias, las cuales fueron retratadas en obras con matices precolombinos, y principalmente en el arte abstracto de los años 1960 tras su retorno de España; que para el antropólogo Ramón Rivas: «Era en el tiempo en que salir con ese tipo de arte en un país como el nuestro era lo mismo que un disparate. Por su parte, Roberto Galicia opina que Cañas causó «una verdadera revolución en el campo de las artes salvadoreñas» con esa propuesta.

Reconocimientos

Reconocimientos y distinciones recibidos por el artista Carlos Cañas:
·         Premio Artes Gráficas, San Salvador (1947).
·         Reconocimiento de la Asamblea Legislativa de la República de El Salvador (1988).
·         Orden de las Artes y las Letras, Francia (1990).
·         Orden Nacional José Matías Delgado, El Salvador (1992).
·         Caballero de la Orden de Isabel la Católica, España (2001).
·         La Cruz de Santiago, Embajada de España en El Salvador (2009).
·         Premio Nacional de Cultura, El Salvador (2012).





"   “Sumpul" (1984) Fue el primero, y quizás el único, de los reconocidos artistas salvadoreños que comprometió su futuro artístico para denunciar las sanguinarias masacres perpetradas por el complejo militar-oligárquico durante la guerra civil salvadoreña. La pintura como denuncia social era algo raramente visto antes del conflicto, pero haciendo a un lado la abstracción... Carlos Cañas plasmó la masacre en el río Sumpul, departamento de Chalatenango, ocurrida en 1980. Debido a que los medios de comunicación social estaban cerrados para este tipo de denuncias, el pueblo salvadoreño        ignoraba este sangriento suceso que Carlos Cañas inmortalizó con esta elocuente escena de una montaña de cuerpos inertes, retorcidos y desolados... Los masacrados fueron ancianos, mujeres y niños.

"El Relato" (1972) Otro trabajo de denuncia sociopolítica. El pintor trata de establecer dos escenarios: uno en color, el relatante, y otro en blanco y negro: el transmisor. Es una denuncia contra la ocupación militar de la Universidad Nacional ocurrida en Julio de 1972, por el presidente fraudulento Arturo Molina. La figura principal en rojo parece gesticular enfatizando su relato, la misma escena se reproduce atrás en blanco y negro, simboliza la crítica contra los medios de comunicación, que complemente callaron estos sucesos.
"Niño Sin Futuro Económico" (1960) Una obra estilo cubista. Carlos Cañas se aleja del estribillo tradicionalista y caracteriza el grito sin esperanza ante la injusticia socioeconómica del futuro de la nación... El mismo pintor dice que muy poco ha vendido sus obras y que le ha pedido a su esposa quemarlas cuando muera... quizás entonces se reconozca el valor de este artista y se salven estos trabajos para la posteridad.

Julia Díaz (Cojutepeque, 23 de mayo de 1917 - San Salvador, 22 de octubre de 1999) fue una pintora y fundadora de la primera galería de arte en El Salvador.
Fue alumna de Valero Lecha, pintor español radicado en El Salvador, y obtuvo una beca para realizar estudios en Europa, adonde recorrió Francia, Alemania, Holanda y Bélgica.1 Retornó a su país en el año 1953 y para 1954, desatendiendo el entorno desfavorable para la creación artística, fundó su propio estudio pictórico que se convertiría en centro de artistas e intelectuales, mientras ella pasaría a convertirse en una conocida promotora del arte.
Dicho estudio se transformó en la primera galería de arte salvadoreña en el año 1958 con el nombre de Galería Forma, ubicada en la calle Rubén Darío de San Salvador. Sin embargo, debido a un sismo del año 1965 el inmueble quedó destruido por lo que debió trasladarse a la colonia Providencia.
En 1982, Díaz, junto a varios admiradores de su obra, dieron nacimiento a la «Fundación Julia Díaz», ente dedicado a la promoción de las artes. Para el 1 de marzo de 1983 se inauguró el Museo Forma, el primero de su clase en El Salvador, que contenía su colección privada de pinturas de autores nacionales, la más importante del país. Nuevamente el proyecto de la pintora quedaría truncado por otro sismo, esta vez con el terremoto de 1986, por lo que la colección pasó a manos del Patronato Pro Patrimonio Cultural en las cercanías del Monumento al Divino Salvador del Mundo.
Julia Díaz pasó los últimos años de su vida aquejada por enfermedades, casi ciega, confinada a una silla de ruedas, y envuelta en pleitos patrimoniales. Falleció el año 1999. Sin embargo, el 2008 la fundación reabrió las puertas el Museo Forma en el mismo local del Patronato.
En vida la artista recibió una mención honorífica en la VI Bienal del Museo de Arte Moderno de São Paulo (1961), y sus lienzos, de acuerdo a Bernardo Cevallos: «tratan sobre la maternidad, niños de escasos recursos algunos con rostros macabros, sobre todo los que pintó durante la década de los ochenta».
Pinturas


A Lavar (1941)
Sus pinturas de los años cuarenta muestran la influencia del maestro Valero Lecha sobre sus alumnos. Julia Díaz pinta este retrato tradicional naturalista exaltando la estirpe campesina salvadoreña que recién salía de la peor matanza de indígenas y campesinos en 1932 por el dictador Martínez y la derecha terrateniente criolla. Su vida estuvo cimbrada de polémica y enfermedades. Siempre fue soltera, sin hijos, y su orientación sexual maculó su vida privada, sin embargo, y excepcionalmente, en sus temas siempre reflejo la maternidad, la ternura, la sensibilidad del niño salvadoreño, y dándole fuerte expresión al contenido de la maternidad.

"Carrusel" (1983) Muestra diversión infantil, las figuras infantiles con sus cabelleras al aire y sus gritos de alegría tienen movimiento propio. Fue pintado durante la guerra civil salvadoreña, cuando quedaban vestigios de inocencia infantil. Con sobrios colores sus obras reflejan muchas facetas, como la angustia de los pobres, el suplicio infantil, la maternidad, etc., todo esto usando simples pinceladas o con embrollos abstractos. La pintora manifestaba que "su obra ha sido dolorosa, escasa, un grito que no acaba de salir".






No hay comentarios:

Publicar un comentario