lunes, 26 de octubre de 2015

movimientos literario


Las vanguardias


En las primeras décadas del siglo XX se habían expandido por el mundo los inventos modernos como la luz eléctrica, el telégrafo, el teléfono, el fonógrafo, los transatlánticos, el automóvil y el aeroplano (patentados en su momento en Europa y los Estados Unidos).En esa vorágine de transformación y novedad, los escritores y artistas de la época convirtieron a su práctica en una suerte de laboratorio estético, destinado a experimentar con las creaciones simbólicas y sus diversos lenguajes. Estos grupos surgieron con una propuesta que obedeció a la necesidad de renovación estética tanto en las artes pláticas como en las letras. Las escuelas literarias de este movimiento cultural fueron posteriormente agrupadas por la crítica bajo el nombre común de vanguardias.


La palabra vanguardia proviene del francés avant-garde y designa a los hombres que van adelante. En un principio, la palabra estaba vinculada al ámbito militar y aludía a los soldados que iban adelante preparando el terreno para que pasara la parte más importante del ejército. En la esfera cultural, la palabra adquiere la significación del impulso “guerrero” de los movimientos, cuyos representantes se consideraron ubicados en puestos de avanzada en el campo del arte y en contra de todo lo académico ya establecido, expresándose mediante la ruptura de las propuestas estéticas del pasado.


El objetivo principal de las vanguardias consistió en modificar los antiguos sistemas de representación, es decir, el realismo y el naturalismo en la literatura, alejándose de sus postulados. Tanto el sistema de representación realista como el naturalista, que se basaban en la observación de la realidad para luego recrearla, fueron el blanco de los movimientos renovadores.


Se trató de un fenómeno mayoritariamente urbano y de las grandes capitales, como Madrid, Buenos Aires, París, Moscú y Milán.Algunas estrategias comunes a todos los movimientos vanguardistas consistieron en la formación de grupos, la expresión de sus objetivos, propuestas, posiciones estéticas y antagonismos mediante manifiestos y la creación de revistas, que serían el medio privilegiado para desarrollar sus ideas.


Las vanguardias se iniciaron con la aparición del Futurismo en 1909, cuando el escritor italiano Filippo Tommaso Marinetti publicó un manifiesto en el que proclamaba su desprecio por el amor, por la sensibilidad, por la mujer, por la luna, y su admiración por todo aquello que significara progreso: la industria, las máquinas, los deportes, los inventos y, sobre todo, la velocidad. Se presentó como una antítesis violenta contra el arte oficial y postuló la glorificación de todos esos conceptos, que adquirieron una nueva significación a partir del siglo XX.Marinetti abogó en su Manifiesto Futurista (ver anexo 1, pág. 16) por destruir la sintaxis, emplear el verbo solo en infinitivo y suprimir del discurso los adjetivos, los adverbios y los signos de puntuación. También propuso deshumanizar la obra de arte evitando cualquier referencia al yo.


Otro movimiento que dio inicio a las vanguardias fue el Cubismo literario, creado por el escritor francés Guillaume Apollinaire como derivación del Cubismo pictórico de Pablo Picasso, Georges Braque y Juan Gris. Al igual que éste, el Cubismo literario pretendió la descomposición de la realidad para recomponerla libremente. El desarrollo argumental se sustituyó por un conjunto de imágenes visuales y conceptos, que se presentan simultáneamente desde distintos puntos de vista.


Por influencia del Futurismo, el Cubismo literario concedió mucha importancia a los aspectos tipográficos que pueden realzar la presentación del poema, hasta el punto que a veces los versos representan las líneas de un dibujo. A esta especial disposición se la denomina caligrama, por haberla utilizado Apollinaire en su obra Calligrammes.Las vanguardias tomaron fuerza con el dadaísmo y el surrealismo o superrealismo.El movimiento Dadá fue fundado en 1916 por el editor, ensayista y poeta rumano Tristán Tzara, el escritor alemán Hugo Ball, el artista alsaciano Jean Arp y otros intelectuales de Zurich (Suiza) 


El nombre de este movimiento alude al balbuceo infantil (además de significar “caballito de juguete” en francés) y se dice que el término fue elegido por Tzara al abrir al azar un diccionario en una de las reuniones que el grupo celebraba en el cabaret Voltaire de Zurich.Según Tzara, dadá nació de una rebelión que en aquel momento era común a todos los jóvenes y expresaba la exigencia de una adhesión completa del individuo a las necesidades de su naturaleza. Se consideró la expresión de una protesta nihilista contra la totalidad de los aspectos de la cultura occidental, en especial contra el militarismo existente durante la I Guerra Mundial e inmediatamente después.


Por otra parte, el dadaísmo propugnó la abolición de la lógica, el quebrantamiento de las normas, la liberación de la fantasía y la creación de un lenguaje incoherente que fuera reflejo de las contradicciones grotescas y de las incongruencias de la vida.Con el fin de expresar el rechazo de todos los valores sociales y estéticos del momento, y todo tipo de codificación, los dadaístas recurrían con frecuencia a la utilización de métodos artísticos y literarios deliberadamente incomprensibles, que se apoyaban en lo absurdo e irracional. Sus representaciones teatrales y sus manifiestos buscaban impactar o dejar perplejo al público con el objetivo de que éste reconsiderara los valores estéticos establecidos.


Como movimiento, el Dadá decayó en la década de 1920 y algunos de sus miembros se convirtieron en figuras destacadas de otros movimientos artísticos modernos, especialmente del surrealismo (a mitad de la década de 1950 volvió a surgir en Nueva York cierto interés por el Dadá entre los compositores, escritores y artistas, que produjeron obras de características similares)Aunque fue un movimiento efímero, el dadaísmo contribuyó a sentar las bases del Surrealismo.


El Surrealismo o Superrealismo nació en 1924, año en que el poeta francés André Breton lanzó su Manifiesto del surrealismo.El objetivo del Surrealismo fue liberar totalmente al individuo de las ataduras racionales, morales y estéticas que impiden que se manifieste tal como es. Por eso los surrealistas concedieron gran importancia a lo onírico, es decir, al mundo de los sueños, ya que durante el sueño surgen sin trabas las fantasías y los deseos que se ocultasen el subconsciente del individuo.


Uno de los métodos propuestos por los surrealistas para acceder al subconsciente fue la “escritura automática”. Este procedimiento consiste en un rápido monologo que transcriba con fidelidad el pensamiento sin que la razón ejerza ningún tipo de crítica sobre los pensado. El resultado de la escritura automática es la creación de un lenguaje ilógico pero sugerente, dirigido a provocar reacciones subconscientes en el receptor. La sintaxis se rompe y la puntuación desaparece, pero a la vez surge un conjunto de imágenes evocadoras que contrastan con la realidad circundante.Las vanguardias europeas llegaron a América e impactaron a los creadores, que adoptaron sus características y las recrearon.En el mundo de habla hispana, la nueva estética adoptó los nombres de creacionismo y de ultraísmo.


El Creacionismo fue, por la procedencia de su fundador, un movimiento de filiación hispanoamericana, pero nació ligado a los movimientos europeos de vanguardia. Fue fundado por el primer poeta vanguardista de Hispanoamérica, el chileno Vicente Huidobro. Para éste, el poeta debía huir de la descripción e imitación de la naturaleza o de la realidad para crear realidades nuevas e independientes, esto es crear un nuevo mundo con sus propias reglas. “Hasta ahora –explica Huidobro- no hemos hecho otra cosa que imitar el mundo en sus aspectos. No hemos creado nada. ¿Qué ha salido de nosotros que no estuviera antes parado ante nosotros, rodeando nuestros ojos? […] Hemos aceptado sin mayor reflexión el hecho de que no puede haber otras realidades que las que nos rodean, y no hemos pensado que nosotros también podemos crear realidades en un mundo nuestro, en un mundo que espera su fauna y su flora propias.”Según Huidobro, “un poema creado es un poema en que cada parte constitutiva y todo el conjunto representan un hecho nuevo, independiente del mundo externo, desligado de toda otra realidad que él mismo es algo […] que no puede existir en otra parte que en la cabeza del poeta”. Las ideas de Huidobro sobre la autonomía de la creación artística se resumen en estos versos: “¿Por qué cantáis la rosa, oh poetas?/Hacedla florecer en el poema.”El Ultraísmo surgió hacia 1920 como una conjunción de elementos futuristas, cubistas, dadaístas y creacionistas. Su objetivo era “ir más allá de la realidad y de las estéticas pasadas y consagradas” (según sus iniciadores españoles, entre los que estaba el crítico Guillermo de Torre y a los que frecuentó el joven Borges), proponiendo una renovación radical en el lenguaje y en los temas poéticos. Los autores ultraístas consideraron la metáfora y la imagen como eje del poema y propusieron la deshumanización de la poesía mediante la supresión de la anécdota y del sentimentalismo.Si bien los diferentes movimientos vanguardistas tuvieron sus características propias, existieron ciertos rasgos comunes a todos ellos:El quiebre con los preceptos académicos y con la normativa: se deseaba crear un arte nuevo, ya que las normas “esclavizan” al creador;La búsqueda experimental de una nueva expresión: La escritura de las vanguardias hizo un uso desaforado de la metáfora, de la asociación inusitada de imágenes y de la liberad sintáctica e introdujo en la literatura algunas innovaciones duraderas: el verso libre, el mundo onírico como una realidad otra, la reflexión sobre el lenguaje como objeto (artefacto) y como práctica (artificio), la desacralización del arte y el humor desopilante.La valoración de lo irracional como modo de percepción del mundo: varios de estos movimientos (en especial el surrealismo) desvalorizaron la vigilia como momento ideal para crear, y por lo tanto, consideraron que los estados de semiinconsciencia, cercanos al sueño, son perfectos para desarrollar la labor creativa;El feísmo: el arte vanguardista buscaba provocar una reacción en el destinatario y para lograrlo se valió de lo desagradable;El arte no figurativo: las vanguardias se declararon en contra de un arte imitativo de lo externo;La nueva disposición geográfica: las palabras se distribuyen en el papel con total libertad. Los vanguardistas suprimieron los signos de puntuación y los conectores; es frecuente en el verso la pérdida de la rigidez de la rima y la métrica fijas.La expresión de sus ideales artísticos y su concepción del mundo a través de manifiestos y revistas literarias;El deseo de aunar todas las artes: literatura, pintura, música, etc. Por ese motivo el poema puede adquirir, a través de la distribución de las palabras, la forma del objeto descrito (como en el caso de los caligramas).En Argentina, Jorge Luis Borges creó la revista mural Prisma, y más tarde, Proa, la cual se convirtió en la difusora de la vanguardia nacional.El grupo vanguardista del país se concentró tras la revista Martín Fierro a partir de la publicación de Veinte poemas para ser leídos en el tranvía, de Oliverio Girondo, quien en 1924 escribió el Manifiesto martinfierrista (ver anexo 4, pág. 16), en el que declaró sus principios a la manera de los movimientos vanguardistas europeos. Girondo junto con Evar Méndez (el director de la revista), Jorge Luis Borges, Ricardo Güiraldes, Francisco Luis Bernárdez, Leopoldo Marechal, Ricardo Molinari, Alfredo Brandán Caraffa y Macedonio Fernández, entre otros, integraron el Grupo Florida (tal denominación se debe a la calle del centro de Buenos Aires donde funcionaba Martín Fierro). Borges había llegado de España en 1921 trayendo las ideas ultraístas, las cuales fueron el fundamento que llevaron adelante los miembros de la revista. Lo nuevo en poesía, entonces, debía dar cuenta de los estados internos del poeta, mediante el uso de la metáfora y el verso libre, alejado de las leyes del ritmo y de la estrofa clásica.Para este grupo era necesario crear un espacio para que sus obras pudiesen ser leídas por un público que, hasta ese momento, estaba acostumbrado al realismo en la prosa y a la estética modernista en la poesía.Además, a los vanguardistas argentinos les preocupaba encontrar en medio de tanta innovación, una voz propia, una expresión diferenciada de los modelos europeos. Así rechazaron los temas solemnes y asumieron la ironía y el humor, mezclaron lenguaje literario y coloquial y poetizaron el suburbio y los arrabales.Al tratarse de un movimiento de ruptura con los cánones estéticos convencionales, los escritos de las vanguardias entremezclaron prosa y verso, palabras y dibujos, elementos ficcionales y no ficcionales, etc.Esta nueva propuesta estética de las vanguardias contribuyó a la desintegración de la división histórica de los géneros, abriendo nuevos caminos para la literatura.Nuevas tendencias hacia 1930Hacia fines de la década de 1920, el panorama sociopolítico europeo de la primera posguerra mostraba, por una parte, el socialismo consolidado en la Unión Soviética y por la otra, el crecimiento del nazismo en Alemania con Adolfo Hitler cada vez más cerca del poder. Con la caída de la Bolsa de Nueva York en 1929, la economía de los Estados Unidos colapsó y el mundo se vio arrastrado a una crisis financiera de la mayor envergadura y magnitud. En ese marco, muchos escritores comenzaron a pensar que su literatura no era más de posguerra, sino de preguerra.Desde el triunfo de la Revolución Rusa de 1917, el socialismo se hallaba en continua expansión a través de los partidos de izquierda que actuaban en los distintos países; estos partidos, de corte internacionalista, se caracterizaban por tener una fuerte política editorial y de difusión cultural entre los sectores medios y bajos de la sociedad.Pero, como Manuel Lamana dice (1967), “[…] hacia 1930 algo nuevo ocurre. Las ideas que exponen los autores son otras. La nueva generación parece más reflexiva, más enfrentada a los problemas inmediatos. Los escritores se vuelcan más al ensayo como forma de expresión y parece cultivarse menos la poesía. Incluso encontramos novelas cargadas de ideas políticas, de intenciones sociales. Diríase que estamos en busca de un nuevo humanismo.”En un clima de crisis e incertidumbre que fue creciendo, tanto en Europa como en América, a lo largo de las década de 1920 y 1930, se produjeron numerosos ensayos que daban cuenta de las variados ángulos de la situación, obras narrativas de experimentación con el lenguaje y presencia de inquietantes mundos interiores, nuevas temáticas ligadas tanto a la denuncia como a la desazón social, poesías con recuperación de sentido en una practica de absoluta libertad formal.En esas décadas publican sus obras el irlandés James Joyce, los norteamericanos Scott Fitzgerald y William Faulkner, los franceses Valèry, Aragon y Malreaux, los italianos Pirandello y Ungaretti, el griego Kavafis, el portugués Pessoa, los españoles Valle Inclán, Unamuno y García Lorca, el ruso Maiakowski y el peruano César Vallejo. Fue también el momento en que los escritores norteamericanos de la “generación perdida” abandonaron definitivamente su país para vivir en Europa.En América Latina era la época del indigenismo (y de la gran “narrativa indigenista”, concientizadora y propositiva) en su doble vertiente: preservar al indio en su cultura o integrarlo en la sociedad de manera valorizada. Paralelamente la Revolución Mexicana logró estabilizarse en el poder, y con los años cruentos y con la incipiente estrategia institucional como referente narrativo, se fue configurando un importante y singular ciclo de “novelas de la revolución”.Con respecto al panorama argentino de la época, con la aplicación de la Ley Sáenz Peña, el Radicalismo había ganado las elecciones nuevamente (con la elección de Yrigoyen en 1928). Desde el primer día de su segunda presidencia comenzó a desplegarse la estrategia conspirativa que, en 1930, inició en el país la violencia de los golpes de Estado para derrocar a un gobierno elegido por el pueblo.El desconcierto y el malestar entre la intelectualidad democrática fue grande y dio lugar a que comiencen a escribirse nuevamente grandes ensayos de la identidad nacional: El hombre que está solo y espera de Raúl Scalabrini Ortiz (uno de sus textos más decisivos en cuanto a la identidad nacional, en el que caracteriza a un modelo de argentino ensimismado y silencioso, que aguarda pacientemente la llegada del momento de la liberación nacional) y el influyente ensayo Radiografía de la Pampa de Ezequiel Martínez Estrada aparecieron en los primeros años de la década del 30.Pocos años después, durante la década de 1940, Eduardo Mallea situó su principal producción con centro en problemas nacionales y presentando a unos individuos categorizados entre “lo visible” (falsos valores, vida social) y “lo invisible” (la vida interior), publicando posteriormente Historia de una pasión argentina.La influencia del escritor francés Roman Rolland (antifascista y pacifista) sobre el pensamiento latinoamericano de izquierda fue muy amplia. En la Argentina, fue especialmente significativa en los escritores ligados a la revista Claridad del Grupo Boedo: César Tiempo, Leónidas Barletta; Roberto Mariani, Raúl Gonzalez Muñón, Enrique Amorim, Nicolás Olivari, Álvaro Yunque y Elías Castelnuovo, entre otros.Este grupo se aproximó a la literatura revolucionaria para denunciar los aspectos más sombríos del hombre y de la sociedad, como suelen ser las consecuencias de la pobreza en un mundo regido por las leyes del capitalismo. Los escritores de Boedo se enfrentaron a la literatura romántica y vacía de contenido social. Éstos expresaron su postura mediante fiches que pegaban en las calles o notas editoriales. Dos de estos se consideraron significativos: un afiche firmado por Barletta y Olivari que expresaba su adscripción al realismo y una nota editorial publicada en 1926 en Los pensadores que, bajo el título de “Nosotros y ellos”, representó la más clara definición del grupo, ya que en ella planteaban que “[…] La literatura no es un pasatiempo de barrio o camorra, es un arte universal cuya misión puede ser profética o evangélica”.Como se ve en este fragmento, para los escritores de Boedo la literatura no era un entretenimiento pasajero ni un elemento decorativo; era un medio para transmitir las ideas revolucionarias; debía utilizarse para transformar la realidad en la que estaban inmersos, al mismo tiempo que mostraba las injusticias y los sufrimientos de los sectores más pobres. Su preocupación residía, y en esto se diferenciaba del realismo, en cómo hacer más efectiva la literatura.Entre 1924 y 1927 aparecía por segunda vez la revista Martín Fierro. La ideología que postuló tuvo dos ejes centrales: una mirada crítica hacia la tradición literaria (representada en particular por el realismo, el simbolismo y el modernismo), y una postura ambivalente hacia el público, al que, por un lado, denominaba en su manifiesto “hipopotámico e impermeable”, porque le resultaba difícil aceptar las nuevas ideas, y por otro, le exigían una nueva sensibilidad, una nueva mirada hacia el arte vanguardista y una nueva forma de plantearse la escritura, a partir del uso del lenguaje coloquial.Con respecto al grupo de Florida, la mayoría de los poetas, con excepción de Girondo, abandonaron la vanguardia y se volcaron a un lirismo neorromántico, volviendo a trabajar la innovación sobre el verso clásico (Ricardo Molinari, Leopoldo Marechal, por ejemplo).En la misma línea de perfección y el equilibrio formal, la poesía de Borges profundizó en la temática del suburbio y de la historia personal/nacional. En 1928, publicó un nuevo libro de ensayos, El idioma de los argentinos (ver anexo 5, pág. 16). En él aportó conceptualizaciones interesantes a la discusión sobre la conveniencia o posibilidad de hablar y producir una escritura con características propias, distintivas de lo nacional.También en 1928 Macedonio Fernández (gran admirado de Borges) publicó No todo es vigilia la de los ojos abiertos, un libro singular, crítico, humorístico y desencantado, con “ensayos” de inquietudes metafísicas tratadas desde la ironía y dislocadas hasta el absurdo.Desde fines de la década de 1910, la política cultural de los partidos de izquierda había contribuido a la difusión de sus pensadores internacionales entre un nuevo público consumidor de literatura en ediciones populares, que incluían, entre otras cosas, novelas realistas rusas y novelas francesas de folletín.En esas ediciones Roberto Arlt leyó, entre otros, a Dostoievski y a Ponson du Terrail, y esa lectura, junto con la de revistas de divulgación técnica también populares en la época, impactó en su escritura.Arlt no perteneció ni al grupo de Florida ni al de Boedo, aunque mantuvo una estrecha relación con ambos. En 1926, publicó en la revista Proa el primer capítulo de su novela El juguete Rabioso. En ellas, al igual que en Los siete locos (1929) y Los lanzallamas (1931), describe a tipos marginales o extravagantes de la periferia porteña, embarcados en el delito, la soplonería, la revolución o imposibles empresas industriales, todo entremezclado sin responder a un estricto dogma ideológico y signado por el fracaso o la traición. Estas obras se caracterizaron por un nuevo realismo introspectivo reformulado y profundizado, con personajes ciudadanos lastimados que oscilan entre la ilusión de transformar el mundo y la amargura de la derrota cotidiana. Luego escribió otras novelas, cuentos y obras de teatro, aunque también se volcó al periodismo publicando, entre otros, Aguafuertes porteñas, especie de crónicas breves sobre la actualidad.Tanto su actividad de escritor de novelas y cuentos como la de periodista permiten vislumbrar en Arlt una continua relación entre escritura y dinero. Escribir para el mercado no sólo le dio prestigio, sino que también le posibilitó contar con los ingresos necesarios para vivir. En este aspecto, Arlt representó en la década del 20 la figura del escritor profesional, aquel que vive de lo que escribe y que entabla una relación directa con el mercado de bienes simbólicos.Un nuevo teatro también tuvo lugar hacia 1930. Este se caracterizó por una definida intención y compromiso social transformador (Leónidas Barletta) y otro de una conflictividad dramática profunda y compleja, con personajes que muestran que nada, ni lo abyecto ni lo sublime, es nunca lineal (Samuel Eichelbaum).Sintetizando, las características de las nuevas tendencias fueron las siguientes:La consolidación de la figura del intelectualLa conciencia de la crisis desde esa perspectivaLa escritura agónica y reflexivaLa literatura de denunciaLa disponibilidad de nuevas herramientas literariasLa recuperación renovada de tendencias estéticas anterioresLa visión crítica de la ciudad y del país rural.Todos estos ensayistas, poetas, narradores y dramaturgos, disponen en la “entreguerra” de nuevas herramientas literarias, conceptuales e ideológicas “inventadas” por sus pares europeos y norteamericanos, a los que reformulan y transforman en su práctica de escritura; la literatura como arma de combate y transformación; el ensayo como forma critica de la ideología; el imaginario surrealista; la libertad formal y la “poesía pura”; el monólogo interior, la ruptura de la temporalidad lineal, la enumeración caótica, las técnicas del fluir de la conciencia y del punto de vista; la reescritura de tendencias estéticas anteriores (barroca, romántica, realista), etc.Con estas y otras herramientas de innovación, atravesadas por las calamidades nacionales e internacionales de las décadas de 1930 y 1940, los escritores emprenderán, hacia 1950, otra gran transformación de la literatura contemporánea, en la que los latinoamericanos ocuparán un papel central.Modernismo:Surge a finales del siglo XIX y principios del XX. Se busca lo natural como la calve fundamental para resaltar las creaciones. Algunas obras fundamentales con Azul de Rubén Darío y El Ismaelito de José Martí.Vanguardismo:Surge en primera mitad del siglo XX. Los grupos de Vanguardia surgieron como un intento de transformación de la literatura, negando el pasado y primando la originalidad por encima incluso de la realidad.Algunas obras importantes son Manifiesto surrealista de André Breton y Luna Park de Luis Cardoza y Aragón.Pos vanguardismo:Movimiento de mediados del siglo XX. Influenciado por las teorías marxistas, rechaza el idealismo vanguardista y busca volver a la realidad.La estética pierde importancia frente al contenido. Obras características son Antipoesía de Nicanor Parra y Epigramas de Ernesto Cardenal.Posmodernismo:Un movimiento de finales del siglo XX. Tras el agotamiento de las fórmulas literarias habituales se busca, ahora, la experimentación. Surgen relatos circulares, juegos de palabras, la mezcla de disciplinas artísticas y, en definitiva, cualquier recurso que nos acerque más al verdadero arte.Por destacar algunas obras podemos citar Rayuela de Julio Cortázar, El nombre de la rosa de Umberto Eco o Tres tristes tigres de Guillermo Cabrera Infante.Siglo XXIEl Boom latinoamericano fue un fenómeno editorial que surgió entre los años 1960 y 1970, cuando el trabajo de un grupo de novelistas latinoamericanos relativamente joven fue ampliamente distribuido en Europa y en todo el mundo. El boom está más relacionado con los autores Gabriel García Márquez de Colombia, JulioCortázar de Argentina, Carlos Fuentes de México y MarioVargas Llosa de Perú. Por el movimiento de América Latina de la Vanguardia, estos escritores desafiaron las convenciones establecidas de la literatura latinoamericana. Su trabajo es experimental y, debido al clima político de la América Latina de la década de 1960, también muy política. El crítico Gerald Martin escribe: «No es una exageración para afirmar que si el continente del Sur fue conocido por dos cosas por encima de todos los demás en la década de 1960, éstas fueron, en primer lugar, la Revolución Cubana y su impacto tanto en América Latina y el Tercer Mundo en general, y en segundo lugar, el auge de la literatura latinoamericana, cuyo ascenso y caída coincidió con el auge y caída de las percepciones Liberales de Cuba entre 1959 y 1971». El éxito repentino de los autores del Boom fue en gran parte debido al hecho de que sus obras se encuentran entre las primeras novelas de América Latina que se publicaron en Europa, por las editoriales de Barcelona, en España. De hecho, Frederick M. Nunn escribe que: "novelistas latinoamericanos se hicieron mundialmente famosos a través de sus escritos y su defensa de la acción política y social, y porque muchos de ellos tuvieron la fortuna de llegar a los mercados y las audiencias más allá de América Latina a través de la traducción y los viajes y, a veces a través del exilio".TRANSREALISMO:CARACTERÍSTICAS
  • La realidad es apariencia o está sujeta a una multiplicidad de contextos que se cruzan, se entrelazan, se relatitivizan o son producto de la mente y por eso el uso de planos superpuestos, pluridimensionales y yuxtapuestos en las texturas poéticas. La mente es más grande o superior que el universo. La muerte física es sólo un cambio de la materia
  • La utilización del tiempo lírico es asincrónico, ácrono, ucrónico o usa abiertamente paracronismos
  • La alternativa del espacio artificial y los tópicos urbanos como principio de inspiración, como cartabón y como decorado adaptado al proceso del suceso poético
  • Utilización de un lenguaje casi profético, iluminado, donde el autor o el yo lírico se entremezclan. La chamanización del discurso poético, es decir el hablante lírico es un cabalista o un arúspice al que se supone dotado de facultades sobrenaturales
  • La reacomodación de la épica. Lo epopéyico descansa en la manifestación dinámica de factores autónomos y narcisistas. El narcisismo es un soporte de auto valencia en la sociedad desvinculada, en la sociedad postindustrial
  • Apropiación de la leyenda popular, inminentemente urbana y la tradición culturales en la que el poeta ejerce su argumentación o discurso lírico
  • Acercamiento a la estructura narrativa de los textos poéticos, en algunos casos, cuando la temática se acerca más a fábula
  • Utilización de la concepción y organización del laberinto borgiano
  • La histocompatibilidad ( de tejido, contexto, entorno y de compatibilidad: que posee capacidad o disposición para articularse o presentarse en un mismo espacio o sujeto) lo que implica que una parte de nosotros reconoce como propio o familiar, a otra dimensión o estado
  • Utilización del concepto de indemnidad o de inmunidad, al inmiscuirse en situaciones para subjetivas y para lógicas
  • Incluye el razonamiento místico. Que incluye misterio o razón oculta
  • Incorporación de la mitología, clásica, oriental, o de los pueblos originarios de América como elemento organizador de contextos o dimensiones
  • Mixtura de lenguajes, tanto místicos, como urbano. Al mismo tiempo inclusión de vocablos de otras lenguas por ejemplo: latin, yámana, mapudungun, inglés o expresiones imaginarias.

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